Hay un consenso general en la comunidad médica en cuanto a las maravillosas propiedades de los pescados y mariscos para el desarrollo físico e intelectual de los más pequeños de la casa. El pescado es una importante fuente de proteínas, minerales (como el yodo y calcio) y vitaminas (sobre todo A y D). Tienen un valor calórico muy bajo y las grasas insaturadas del pescado, como el Omega3, mejoran la memoria y la concentración, además de ayudar a prevenir enfermedades en la edad adulta. La ingesta semanal recomendada para niños es de 3-4 raciones de pescado blanco o 2 de pescado azul. Por su parte, el marisco les aporta igualmente proteínas, vitaminas y minerales de alta calidad y grasas saludables esenciales para el desarrollo del cerebro, el sistema nervioso y la vista. A partir de los 6 meses y el primer año de vida ya podemos ir incorporando estos sanísimos productos de nuestro mar a la dieta de los más pequeños.

No obstante, a pesar de ser tan recomendables en su dieta, todos conocemos la reticencia de buena parte de los niños a probar los sabores del pescado. Esto tiene una base científica. La percepción gustativa y olfativa está muy desarrollada en cortas edades y esta sensibilidad es particularmente alta a aquellos alimentos o compuestos químicos relacionados con un posible daño para nuestro organismo. Muchos alcaloides son muy amargos. Esto explica que la sensibilidad al amargo sea elevada especialmente en niños. Por eso, en platos destinados a niños, funcionan mejor los sabores dulces y algo menos los salados. De hecho, los pescados mejor tolerados son los pescados blancos frescos de sabor suave como el lenguado, el gallo, la pescadilla, la merluza y la trucha. Aún así podemos lograr que prueben otros sabores «enmascarándolos» con salsas, especias y otros productos alimentarios como los que te proponemos a continuación:

Los patos con masas de base siempre funcionan bien. Además de la clásica empanada, podemos experimentar con la pizza, que siempre es un éxito entre los niños, o una coca con masa de hojaldre, más suave y digestiva. Las hamburguesas o minihamburguesas son perfectas también tanto para comida como para cena y nos permiten incorporar otros ingredientes como verduras. Si queremos añadir un toque exótico ,podemos elaborar tacos y wraps, para los que incluso podemos encontrar las bases ya preparadas en el supermercado. También encontraremos fácilmente las bases para preparar nuestras empanadillas o pasta filo para nuestra propia versión de briwats marroquís (rellénalos de bacalao, almendra tostada y especias y pinta la masa con miel y sésamo. ¡Deliciosos!).

No podemos olvidarnos de la pasta italiana, adorada por los benjamines. Te proponemos unos canelones al horno, una pasta de sepia que despertará su interés por el color y una versión de lasaña muy curiosa que les recordará al sushi.

Las crêpes (nuestras filloas) también pueden dar mucho de sí. En su versión salada admiten cualquier tipo de relleno e incluso podemos jugar con la composición (y color) de la masa, añadiendo verdura o tinta de calamar, ya sea para teñir toda la masa o vertiendo sólo unos hilitos para crear un garabato muy vistoso.

No podíamos olvidarnos tampoco de clásicos como las croquetas, de infinitas versiones. El arroz, perfecto para introducir los bivalvos. O las brochetas, que nos permiten combinar diferentes especies de pescados y mariscos y mezclarlos con verduras en pequeñas dosis para ir acostumbrando su paladar.

Respecto las guarniciones, podemos enriquecer el arroz en blanco sofriendo un poco de cebolla en aceite de oliva previamente a echar el arroz y el agua. Podemos sustituir las patatas fritas por unas rústicas estilo bravas cortando gajos más grandes y dándoles una doble fritura (primero suave y luego a fuego fuerte) para obtener unas patatas crujientes por fuera y suaves por dentro. Otra alternativa a la patata serían unos gnocchi italianos, que podrás encontrar de muchas variedades en el supermercado. Los medallones de verdura al horno son también una gran opción para camuflar los vegetales. Usando huevo + queso como aglutinante podemos obtener muchas combinaciones; juega incluso con el color, mezclando por ejemplo ingredientes de la misma gama como boniato, zanahoria y queso cheddar; el resultado será llamativo y muy sabroso. Y en todo caso, juega con las presentaciones llamativas, porque recuerda que la comida entra por los ojos. En Google y redes como Pinterest encontrarás muchísimas ideas de decoraciones infantiles.

Recuerda que cuanto antes comiencen tus hijos a incorporar el sabor del pescado y el marisco a su dieta, mejor incorporarán este hábito en su vida adulta y se sentirán más sanos y con más energía ahora y en el futuro.