La cocina de aprovechamiento, conocida ahora también como «Trash Cooking” se basa en la idea de que no debemos desperdiciar nada de los alimentos que compramos. Tanto si se trata de recortes y partes no utilizadas para nuestros platos, como de raciones sobrantes, todo puede tener una segunda (e interesante) segunda vida. Además de los grandes clásicos del aprovechamiento: empanada, croquetas, arroz, fideuá existen muchas otras alternativas que harán de nuestros platos de segunda vuelta algo vibrante. Aquí te proponemos algunas:

En forma de sopa o crema podemos crear un primer plato caliente y muy sabroso con nuestras sobras de pescado y marisco. Y si el día es cálido, puede que nos apetezca mejor empezar por una ensalada, salpicón o un exótico ceviche.

Platos poco típicos aquí, pero perfectos para aprovechar nuestros restos de pescado y marisco son la quiche y el pastel o pudín de pescado. Y si lo que buscamos es comida de fogones, siempre son una fantástica opción las albóndigas, los buñuelos y las hamburguesas, que podemos combinar además con verduras, aliños y panes de todo tipo de variedades.

Además, hay que decir que del pescado no sólo podemos aprovechar su carne, sino que las pieles de casi todos los pescados, especialmente los grasos, si las secas en papel y las fríes en abundante aceite se convierten en unos interesantes chicharros. Incluso hay quien seca y tritura las escamas para crear una original sal de pescado. Y por supuesto, sería una pena no aprovechar el caldo de cocción, que nos servirá incluso de base para salsas.

¿Y de qué acompañamos nuestros platos de aprovechamiento? Pues podemos rescatar también las guarniciones. Por ejemplo, el pan duro podemos machacarlo y hacer pan rallado o panko casero para hacer rebozos. Si tenemos pasta, ponemos a hervir agua en una cacerola mediana; cuando entre en ebullición fuerte la echamos dentro, la dejamos sólo 1 minuto y la sacamos rápidamente a un colador o espumadera y se habrá despegado y calentado mágicamente al mismo tiempo. Si se trata de arroz, cuando se compacta todavía es posible «rescatarlo» dándole vueltas en una sartén con unas gotas de oliva unos minutos, aunque podemos reinventarlo en una guarnición de bolitas de arroz. La legumbre es muy apreciada para cremas; prepara con tus habas un byessar marroquí o un humus casero con tus garbanzos, por ejemplo. Respecto a la patata que nos haya sobrado, si es cocida podemos usarla para una ensaladilla o salpicón o si está muy deshecha, para puré. Si las patatas son fritas, podemos intentar recuperarlas o aprovecharlas para nuevas elaboraciones. La verdura es el ingrediente más versátil, podemos elaborar deliciosos medallones en el horno, freír buñuelos, hacerlas en crema o rebozarlas con tempura. Respecto las ensaladas, para mejorar el aprovechamiento recomendamos aliñarlas sólo en el plato individual en el momento de servirse, para poder rescatar lo que sobre de la fuente principal. La ensalada aliñada sólo nos aguantará hasta la noche, porque la sal extrae los jugos y rompe los tejidos y el aceite se enrancia y estropea los cortes. Si está sin aliñar puede aguantar hasta dos semanas en nevera, pero debemos separar cada pieza (cada ingrediente tiene sus propios tiempos de conservación y propiedades), lavarla en agua corriente abundante para que el cloro elimine los microorganismos superficiales y guardarlos escurridos por separado hasta que los volvamos a usar.